Crónica del concierto de Revolver en Málaga (17/12/2011)

Venían de Melilla. En un vuelo muy movido con rachas de viento de más de 80 km/h. Llegaban todos a Málaga, los que aún conservan pelo, con alguna cana más por el viaje. Carlos Goñi salía en solitario al escenario para saludar a los centenares de almas allí congregadas.

Argán era el disco que venía a presentar y lo hacía en un formato íntimo. Percusión, bajo, el acordeón de Cuco y su propia guitarra.

Sentado en medio del escenario lanzó toda una declaración de intenciones: "esto no es un concierto de una hora". Fueron dos horas y media de Revólver. Dos horas y media de mestizaje, de baladas, de grandes éxitos y de country salpicados por las historias y reflexiones de un especialmente divertido Carlos Goñi.

"No tengo alma de folcrórica. No pienso morirme encima de un escenario. Pero cuando llegue el momento de retirarme sueño hacerlo con esta canción" - dijo antes de empezar con los acordes de "El Faro de Lisboa".

Anoche se produjo ese fenómeno mágico que ocurre en contadas ocasiones. En el que se crea una atmósfera especial. En el que músico y público conectan de una forma casi mística. Como si vibraran en una misma longitud de onda. Un estado de armonía y de entrega mutua. Como el aire es a la palabra, y la palabra al pensamiento.

El concierto avanzaba en este ambiente apacible y cálido cuando llegó un "Princesas o Mendigos",  que curiosamente Carlos considera es la única canción de amor que ha escrito y que, a tenor de los aplausos, gustó especialmente a la audiencia malagueña.

"Hay besos, "Manos arriba", "Quiero aire" y una fantástica  "Fuera de lugar" que Goñi explicó está escrita  "con los ojos con los que un hijo mira a su padre. Como yo vi a mi padre". Le siguió "El aire sabe a veneno" que se alargó más de la cuenta ya que derivó en  un  "Guantanamera" que le sirvió  para presentar a la banda.  En shock me quedé cuando mencionó los 26 años que Cuco Perez lo lleva acompañando ( ¡Cómo pasa el tiempo! ). Un Cuco que por cierto estuvo pletórico en el acordeón.

" Todo el mundo tiene una canción que no se atreve a reconocer que le gusta ni a sus amigos. Eso me pasaba a mi con este precioso tema". Así introdujo Carlos Goñi  "Sabor a mi". Un mar de cabezas se mecían en la penumbra mientras sonaba la particular versión de este bolero, preludio del final de un concierto que debería haber llegado cuando se colocó de nuevo su armónica para deleitarnos con "El Dorado".

Pero no fue asi. Terminó "El Dorado" pero de allí no se movía nadie. A pesar de las más de dos horas de espectáculo, el público de Goñi se resistía a abandonar la sala e  insistía una y otra vez en que volvieran a salir. Y así lo hicieron regalando un imprevisto y vibrante  "El roce de tu piel".

Carlos Goñi abrió hace unos años una puerta que no se volverá a cerrar. Un puerta que le dió paso a la historia musical española y a la que continúa haciendo honor tallando, como un artesano, pequeñas joyas musicales. Larga vida, Goñi. Larga vida a Revólver.

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